Los funcionarios de salud pública promueven constantemente el lavado de manos como una forma de protegerse del coronavirus COVID-19. Sin embargo, este virus puede vivir en el metal y el plástico durante días, por lo que simplemente ajustar sus anteojos con las manos sin lavar puede ser suficiente para infectarse. Un estudio de 2006 sugirió que casi el 25% de la transferencia de enfermedades respiratorias podría atribuirse a las personas que nos tocamos constantemente la cara.
Las personas se tocan la cara con frecuencia. Se limpian los ojos, se rascan la nariz, se muerden las uñas y se hacen girar los bigotes. Las personas se tocan más la cara cuando están ansiosas, avergonzadas o estresadas, pero también cuando no sienten nada en absoluto. Los estudios muestran que los estudiantes, empleados de oficina, personal médico y personas en los trenes se tocan la cara entre nueve y 23 veces por hora, en promedio.
¿Por qué es tan difícil de parar? Tocar la cara nos recompensa aliviando molestias momentáneas como picazón y tensión muscular. Estas molestias generalmente pasan en un minuto, pero tocar la cara proporciona un alivio inmediato que finalmente lo convierte en una respuesta habitual que resiste el cambio.
Cambiar comportamientos habituales
El entrenamiento de reversión de hábitos es una técnica de modificación del comportamiento bien establecida que ayuda a las personas a detener una variedad de comportamientos aparentemente automáticos, como tics nerviosos, morderse las uñas y tartamudear. Entrena a las personas para que noten la incomodidad que provoca sus hábitos, seleccione otro comportamiento para usar hasta que pase la incomodidad y cambie su entorno para disminuir su incomodidad.
Es posible que ya hayas cambiado algunos de sus otros hábitos, por ejemplo, tosiendo en el codo en lugar de las manos, o saludando a los demás con un arco o un saludo en lugar de un apretón de manos. Pero a diferencia de la tos y el apretón de manos, las personas con frecuencia se tocan la cara sin darse cuenta de hacerlo. Entonces, el primer paso para reducir el contacto con la cara es darse cuenta de ello.
Cada vez que te toques la cara, fíjate cómo te tocaste la cara, el impulso o la sensación que la precedieron y la situación en la que estabas, lo que estabas haciendo, dónde estabas físicamente o lo que sentías emocionalmente. Si por lo general no se da cuenta cuando se toca la cara, puede pedirle a otra persona que lo señale.
El autocontrol es más efectivo si las personas comparten sus resultados públicamente, así que considere compartir sus resultados con amigos o publíquelo en las redes sociales.